Encuentro entre dos mundos teóricamente enfrentados, dualidad de ideas. Eduardo Vega en un mundo de contemplación, plasticidad dinámica de ritmos que se desarrolla a un tempo lento de impulsos serenos, meditados, en un mundo sensitivo de armonías, profundamente visual. Marín Carral en un mundo de artificio, construido de los elementos de un jardín cósmico, tótems que nacen del magma residual, metales y maderas señalando el cosmos. Un mundo material de ritmo frenético, de percusiones, de sonidos fuertes, de perfiles guerreros.
Dos mundos para un jardín en el espejo convexo de un cosmos de percepciones. El reflejo de adentro para afuera de una memoria de futuro.