Su principal arma como buen pintor, a pesar de su juventud, es el conocimiento del dibujo y sus herramientas y sus recursos. Davis en un pintor que nunca ha perdido de vista su capacidad de consumado dibujante, luchando sin embargo como otros grandes hicieron por no dejarse embelesar por lo fácil. Yo diría que convierte el dibujo en buena pintura y con su desparpajo e ironía nos deja pasmados ante semejante equívoco. Lo de los monstruitos no es ni más ni menos que las ganas que en muchos casos el espectador tiene de ver unos referentes estereotípicos de aquellos fenotipos a los que el sistema nos ha acostumbrado, pero que igualmente podríamos verlos en las nubes, y no creo que los hacedores de nubes tengan intención alguna de darnos nuestra ración de monstruos para sosegar nuestra conciencia buenista, o bellista.
La actitud absolutamente pictórica de Davis nos aleja de todo ese batiburrillo genotípico para devolvernos a la pintura que hay que pararse a mirar. Intentar retomar el reflejo que el artista nos deja de cada una de sus decisiones. El sentido de libertad que se da a sí mismo y que espera que tenga el contemplador de sus pinturas.
Manolo Messía